Cuando estudiaba la carrera de Biología, hubo una hipótesis que me pareció digna de la época del romanticismo. Incluso su nombre me parecía épico y sugerente: la hipótesis Gaia de James Lovelock y Lynn Margulis. Sugería que el planeta Tierra funciona como un superorganismo que modifica su composición interna para asegurar su supervivencia. Gaia, Gea, Pachamama o Madre Tierra son nombres que evocan a la diosa de la Naturaleza en diversas culturas, por lo que la elección de este nombre no fue nada casual. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha rendido culto a esta diosa a través de múltiples rituales. El ciclo vital del ser humano estaba totalmente unido al ritmo natural de las estaciones y estaba integrado en la vida cotidiana y en las festividades asociados a ellas. En la actualidad, hay una pérdida de ese sentido de lo sagrado y de esa íntima conexión con la naturaleza. Nos hemos convertido en instrumentos dedicados a producir y consumir, lo más rápido posible. Existe una carencia de “sentido”, una cultura de “vida rápida” que deja terrenos estériles a su paso. Quizás esta pandemia nos haga detenernos y recuperar esta dimensión humana y espiritual. Yo, por mi parte, seguiré intentando captar con mis fotos aquello que nos hace humanos, quizás en un vago intento de que no se me olvide quién soy y de dónde vengo.
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Laura Pina"Mirar fuera para ver hacia dentro" Archivos
Octubre 2023
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